lunes, 3 de octubre de 2011

Tres Modalidades en América Latina

Los economistas neoliberales cumplen otra función central para la clase dominante: han sustituido en numerosos países a los políticos en los altos cargos de la administración, reforzando la tecnocracia que comanda el estado ante el vaciamiento de la democracia, la pérdida de representatividad del sistema constitucional y el debilitamiento de las instancias deliberativas y electivas. El economista ortodoxo reproduce el ideal tecnocrático que ofrecían los ingenieros a principios del siglo XX, presentándose cómo un profesional fiel a la ciencia e independiente de los aparatos partidarios. Pero en el poder actúa como cualquier político de carrera y comparte el desprestigio de este comportamiento a medida que ascienden a cargos de mayor responsabilidad. En general, tienden a desplazar a los abogados del manejo de la gestión pública y a ocupar el lugar dominante que tuvo el clero durante la formación del estado moderno. Los ortodoxos han logrado en la última década una influencia en América Latina muy superior al promedio mundial y sólo comparable a la alcanzada en los países del Este Europeo. Algunas figuras cómo Cavallo o Aspe se han ubicado incluso en la elite mundial de economistas neoliberales.
Los ortodoxos son personajes muy apreciados por el “establishment” de la región. Se gradúan en universidades privadas (o públicas privatizadas), cursan posgrados en Estados Unidos, se adiestran como asesores, obtienen los contratos del FMI y el BM y luego ocupan los cargos estratégicos del estado. Una vez consagrados, las fronteras entre sus actividades públicas y privadas se borran por completo. Saltan de un ministerio a una consultora y de los directorios de las empresas a la dirección de las secretarías. Son frecuentemente invitados a difundir sus doctrinas en las universidades, aconsejan por televisión a los presidentes y reciben halagos de los organismos internacionales.
El avance de los economistas neoliberales ha sido fulminante en todas las esferas educativas y profesionales de Latinoamérica. En Brasil se desempeñan como los “policymakers” de los gobiernos y dominan el sector norteamericanizado de la enseñanza, originalmente constituido en torno a la fundación Ford y el Instituto Getulio Vargas. En México controlan los institutos afínes a la ortodoxia (Itam) beneficiados por una reorganización de la enseñanza que eliminó áreas de estudio y recortó salarios en las entidades adversas a esa orientación (Unam, Cide). En Argentina dirigen las instituciones neoliberales más vinculadas al estado (Cema, Fiel). La creencia que el economista no participa de la lucha por el botín presupuestario -o que está comprometido en erradicar la corrupción- ha sido refutada por los incontables escándalos de los gobiernos de la región.
  

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